Las injusticias nunca vienen de Dios, sino que Él las permite para el bien de aquel sobre quien recaen. ¡Verdaderamente para su bien!

Esto no es solo una frase, sino una realidad concreta. Pero aquel sobre quien caen, debe soportarlas. Esta necesidad de soportar es la que ahora nos ha alcanzado. Así que, soportad con buena disposición, sea lo que sea que estéis viviendo. Eso es lo que Dios quiere de nosotros, para nuestro bien.

En cuanto os dispongáis de este modo, todo desasosiego terminará.

Ahora estáis preocupados por vosotros mismos e intentáis manejar y ordenar todas las circunstancias a vuestra manera. Y como las cosas no salen como queréis, os angustiáis: una cosa no encaja, otra sale mal. Pero cuando lo entreguéis todo al Señor y comencéis a recibirlo como venido de Él y útil para vosotros, entonces no tendréis ninguna preocupación. Comprended bien de qué os hablo, y proponed firmemente alcanzar este estado de ánimo. Revestíos de fe y paciencia.

Todo proviene de Dios. A Él acudid y orad. Decidle con vuestras propias palabras: «¡Ves, Señor, lo que me ocurre! No puedo con esto. ¡Ayúdame, Misericordiosísimo!» Contadle cada parte de vuestra necesidad, y pedidle ayuda adecuada para todo.

Cambiará también aquello que os pesa. Llegarán días en los que podréis respirar libremente.

San Teófanes el Recluso, cuya conmemoración celebramos hoy

Por Vasilije

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *