He aquí, han pasado 46 años desde que vivo en este monasterio, y no ha habido un solo día en que me arrepienta de esta decisión. ¿Y por qué? Porque en la vida, en la fe ortodoxa, en la vida monástica y, en particular, en la Santa Montaña, podemos encontrar la perfección. La perfección de la fe en Jesucristo, que puede ser experimentada —esa fe de la vida en comunión con Cristo. Y todo esto es posible y real hoy en día.

Así pues, hacerse monje significa decidir seguir a Cristo, que nos atrae, a quien no conocemos, pero cuya presencia sentimos en nuestro corazón, y sentimos su llamado en nuestro interior. Por lo tanto, el monje es aquel que renuncia a todo por Cristo, porque está enamorado.

Lo que me trajo al monasterio no fue directamente un resentimiento, sino, ante todo, un desacuerdo con lo que el mundo y la sociedad contemporánea proponen. Primero, una interrogación intelectual: que, al final, todas las filosofías, todas las ideologías políticas son vanas, y de una u otra forma conducen a la tiranía. Y que la verdadera libertad puede encontrarse precisamente en la fe en Jesucristo, que se hizo hombre para que el hombre pudiera llegar a ser dios.

Así que, comenzando con una reflexión intelectual, pues bien, como dice el Evangelio, busqué y encontré. Descubrí que en la Ortodoxia se halla la plenitud de la fe cristiana. Independientemente de que la Ortodoxia haya sobrevivido en Oriente, la Iglesia Ortodoxa no es la Iglesia oriental: es la Iglesia cristiana en su plenitud, vivida —y el centro de esta Iglesia cristiana es la Santa Montaña, el Monte Athos, el lugar donde desde hace más de mil años los hombres oran incesantemente y entran en la comunión del amor con Dios.

https://www.chilieathonita.ro/2025/10/16/monahismul-in-muntele-athos-o-marturie

Por Vasilije

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *